Las finas líneas codificadas de la televisión suben y bajan hipnotizantes mientras intento averiguar lo que sucede al otro lado.
Anoche se veló a un muerto.
Llevo cuarenta y ocho horas sin dormir. El mundo es una mancha irreal. Todo transcurre a cámara lenta. Me cuesta trabajo concentrarme en algo.
Pensar.
Necesito dejar de mirar la mancha roja del suelo.
Dejar de darle vueltas a los secretos que se ocultan tras las sombras de las paredes.
Pensar...
Dejar de darle vueltas a los secretos que se ocultan tras las sombras de las paredes.
Pensar...
El perro de los vecinos lleva seis horas ladrando sin descanso.
Ahora no están en casa, por eso ladra.
Es pequeño. Su ladrido atraviesa los tímpanos. Y un poco más allá...
Dentro.
Dentro...
Me duele la cabeza.
¿Por qué no pueden comprar unos peces? Son relajantes y viscosos. Y no ladran.
Es pequeño. Su ladrido atraviesa los tímpanos. Y un poco más allá...
Dentro.
Dentro...
Me duele la cabeza.
¿Por qué no pueden comprar unos peces? Son relajantes y viscosos. Y no ladran.
Anoche se veló a un muerto.
El mundo es una mancha irreal. Todo transcurre a cámara lenta. Me cuesta trabajo concentrarme en algo.
Pensar.
Necesito dormir.
Sigue.
Sigue...
Pensar.
Necesito dormir.
Sigue.
Sigue...
El caleidoscopio de mi mente deformada transfigura un contorno que en su día me esforcé por aprender.
Y ahora es plano y vacío. Y como yo, carece de pulso.
Me duele la cabeza y también me vuelve a doler la mano. Tengo sueño. Estoy cansado. Será que es lunes. En alguna parte debería haber algo comestible. Y analgésicos.
Y bajo la mortaja, su cara.
La carne es blanda y débil.
Y tras los ojos, el alma.
Ahí está. Es Colin Farrell en "La última llamada". Ya en la cabina, se quita el anillo de casado para telefonear a su amante.
Sí, ésta también la he visto.
Sí, ésta también la he visto.
Esa mancha. Esa puta mancha roja del suelo.
Anoche se veló a un muerto...
Y estas paredes osario.