Sexo

~ Vörj ~



         Empujó fuerte sujetándola por las caderas y ella respondió arqueando la espalda; una espalda preciosa.

         Un poco más fuerte.

         —Date la vuelta, esta vez quiero verte la cara cuando te corras.
         Y ella se giró despacio, obediente. Los restos de la sonrisa pícara de antes desaparecidos tras una mueca tensa; el ceño fruncido en un gesto de concentración y los ojos vidriosos, llenos de promesas aún. Entornados y semiescondidos entre unas largas y oscuras pestañas marcadas con rimmel.

         Enterró la cara en su cuello, haciendo una pausa para recogerse la larga melena rubia con un diestro nudo antes de volver a lo que tenía entre manos... A ella, que suspiró suavemente y cerró los ojos.
         —No hagas eso, ábrelos. Abre los ojos y mírame —le ordenó.
         Fue descendiendo por la perfecta curva de la clavícula y más abajo, hasta llegar al pezón, que atrapó con los dientes. Ella gimió y volvió a arquearse bajo él, separando un poco más los muslos esperándolo. Y siguió la línea de su cuerpo, aceptando la invitación. Oh, joder…

         Un poco más fuerte.

         La besó en la boca encontrando allí su propio sabor. Ella respiraba agitada y lista, y una vez más la dejó ir. La dejo ir mientras lo miraba a los ojos; unos ojos dorados y salvajes, como su cabellera. Unos ojos llenos de exigencias. 
         Quería alargarlo todo lo posible. Quería que durase un poco más. Si había algo mejor que el propio orgasmo, era los segundos de paz que lo precedían... Era un momento sólo suyo, pero tan efímero que terminaba antes siquiera de haber empezado. Era entonces cuando dejaba de pensar y sólo podía dejarse llevar. Algo que únicamente en estas breves ocasiones se daba el lujo de permitirse... Una paz inalcanzable en cualquier otra circunstancia.

         Un poco más fuerte...

         Y dejó de pensar en ella para pensar en sí mismo. Y tomó lo que quiso sin preguntar, pero no hubo quejas. Y llegó ese delicioso momento. Y pasó. Rápido, tal y como sabía que pasaría. Rápido y fugaz. Tanto que tuvo que detenerse a pensar si había sido real o sólo lo había imaginado... y se estremeció entre sus brazos y nada le importaba ya.

         Hubiese dado cualquier cosa por ser capaz de dormirse allí, a su lado. Por sentir algo más que ausencia y vacío. Por sentir…

         Se quitó el preservativo y lo anudó, levantándose para vestirse automáticamente después. No siempre se puede tener lo que uno quiere, y en su caso estaba completamente fuera de su alcance. Se dirigió a la barra americana que presidía la entrada del loft y se sirvió un tequila, mientras ella lo miraba adormilada y satisfecha.
         —A tu salud —dijo levantando el vaso y vaciándolo de un trago.
         Y la sonrisa pícara volvió a su lugar.
         —¿Me llamarás?
         —No. Ya hemos hablado de esto antes de subir.

         Sin remordimientos, se dirigió a la puerta y salió cerrando tras de sí. Se quedó unos momentos al otro lado esperando. Nada. Mejor... Buena chica.